
El despliegue y la consolidación militar de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá- Casa Castaño y los bloques Bananero, Elmer Cárdenas y Héroes de Tolová se articuló al proceso de expansión de sectores productivos como la ganadería, el cultivo de banano para la exportación, el cultivo de palma africana, el aprovechamiento forestal, así como de las plantaciones de coca, el procesamiento de pasta base de cocaína y circuitos de circulación y exportación de estupefacientes. Estos sectores y su proyección sobre la región fueron el derrotero que le permitió al paramilitarismo estar presente en estas regiones y trazar una línea de acción.
El narcotráfico y la ganadería incentivaron la conformación de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá en el Sur de Córdoba y su primera expansión al norte del Urabá Antioqueño. Antes de la creación de estas Autodefensas Campesinas e incluso antes de Fidel Castaño, algunos ganaderos de la región tenían pequeños ejércitos que les servían para proteger sus intereses. Con la irrupción de los hermanos Castaño al Sur de Córdoba, estos pequeños ejércitos y el gremio ganadero se convirtieron en la base que dio sustento militar, económico y político a las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá.
Con el argumento de proteger de las acciones guerrilleras que afectaban este renglón productivo y la vida de los propios ganaderos, las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá fueron tomando relevancia. Sin embargo, el propósito de la lucha antisubversiva también contempló el despojo para expandir la hacienda ganadera sobre territorios campesinos, el ocultamiento de rutas del narcotráfico, el apaciguamiento de conflictos sociales históricos por la tierra y la implementación de proyectos productivos en las tierras usurpadas.
Para efectuar la consolidación del avance paramilitar y ganadero, la Fundación para la Paz de Córdoba-FUNPAZCOR, bajo el mando de la Casa Castaño, así como el Fondo Ganadero de Córdoba, en cabeza de Benito Osorio Villadiego, orquestaron un plan de despojo y legalización de tierras que afectó a campesinos en el municipio de Valencia, Córdoba, y del sector de las Tulapas, en el norte del Urabá Antioqueño.
Entre tanto, el narcotráfico, en especial el control de las rutas y los puertos alrededor del golfo, así como el control de la producción de cocaína, también fue un motivo presente en la búsqueda de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá por consolidarse en los territorios.
Con el avance militar de estas Autodefensas Campesinas se fueron creando bloques que empezarían a ocupar militarmente el territorio y a imponer un orden social y económico. El primero en estructurarse fue el que más tarde se conocería como el Bloque Elmer Cárdenas; le siguió el Bloque Bananero que, en realidad, es la unificación de los Frentes Arlex Hurtado y Turbo con el fin de presentarse como estructura orgánica en el momento de la desmovilización; y, por último, se crearía el Bloque Héroes de Tolová en el sur de Córdoba. Todas estas estructuras contaron con el apoyo activo de gremios ganaderos antioqueños y cordobeses y estuvieron involucrados, de un modo u otro, con el narcotráfico.
No obstante, cada bloque se implicó con renglones productivos de maneras muy específicas. Así, por ejemplo, el Frente Arlex Hurtado tuvo como objetivo asegurar la expansión del cultivo de banano para la exportación y la resolución de los conflictos obrero-patronales que se presentaban entre los empresarios del banano y los sindicatos. Bajo el mando del empresario bananero y ganadero Emilio Hasbún, el frente Arlex Hurtado recolectó para las finanzas de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá dineros provenientes de empresarios del banano y la ganadería. Chiquita Brand, Uniban, Banacol y otras comercializadoras aportaron en dinero, por medio de la convivir Papagayo- con sede en Carepa-, para preservar y expandir sus intereses económicos en la región. Por otro lado, el Frente Turbo, asociado al Bloque Bananero para la desmovilización, cobró por el embarque y el uso de puertos bajo su control en el municipio de Turbo para la exportación de cocaína al exterior.
Por su parte, el Bloque Elmer Cárdenas se articuló económicamente con la extracción de maderas en el Bajo Atrato, la implementación de cultivos de Teca y Caucho y el control, en varios niveles, del narcotráfico. Además, vendió seguridad a empresas extractoras de madera como Maderas del Darién, quienes pagaron por la vigilancia de su infraestructura y su esquema de operación, y dispuso un esquema para hacerse con el negocio de extracción de maderas finas, especialmente en las cuencas de los ríos Truandó y Cacarica. Para ello compró motosierras y reclutó aserradores, quienes estaban bajo la supervisión del Frente Norte Medio Salaquí, al comando de Alfa 5. Este Bloque también controló cultivos de coca y laboratorios para el procesamiento de la hoja en la región del Bajo Atrato y la circulación y exportación de cocaína en la cuenca media y baja del río Atrato y en el Golfo de Urabá, especialmente en los municipios costeros de Necoclí, Arboletes y San Juan de Urabá, en Antioquia.
Sumado a esto, el Bloque Elmer Cárdenas también apostó por la implementación de cultivos de Teca y Caucho, especialmente en la zona de las Tulapas, que sirvieron para intentar legalizar predios usurpados por los paramilitares con vistas a la desmovilización. Para ello fue fundamental alias German Monsalve, hermano del comandante del Bloque Elmer Cárdenas, alias el Alemán, quién junto al Fondo Ganadero de Córdoba implementaron un esquema de legalización basado en programas de sustitución de cultivos como Familia Guardabosques, programas de reincorporación de paramilitares, así como programas de emprendimientos cooperativos como INCUAGRO. Esto le permitió al Bloque Elmer Cárdenas captar fondos estatales y supra estatales para terminar de consolidar la usurpación de los predios de las Tulapas.
De otro lado, el Bloque Héroes de Tolová, al mando del narcotraficante Diego Fernando Murillo, alias don Berna, se dedicó a la producción y exportación de cocaína, el lavado de activos y la usurpación de tierras para la implementación de rutas del narcotráfico. El control militar de buena parte del Sur de Córdoba le permitió al Bloque Héroes de Tolová conectar los cultivos de coca y los laboratorios de procesamiento de cocaína con varios puertos ubicados en el Golfo de Urabá que sirvieron para la exportación del estupefaciente. Para poder concretar la operación, el bloque despojó tierras para el cultivo, se hizo a grandes haciendas para poder trazar rutas para el transporte de estupefacientes y lavar activos provenientes del negocio del narcotráfico, ocultando la operación por medio de la producción ganadera. También obligó a campesinos de la región a sembrar coca y a venderle al Bloque la producción de estos cultivos.
Entre tanto, en las cuencas de los ríos Curvaradó y Jiguamiandó, Vicente Cataño implementó el cultivo de palma africana, para lo cual desplazó mediante acciones violentas a las comunidades negras, que para entonces ya habían sido reconocidas como territorios colectivos. De este modo, los paramilitares, asociados al frente Edwin Castaño, amenazaron a los habitantes de esta zona limítrofe entre los departamentos de Antioquia y Chocó para que vendieran sus tierras a la empresa Urapalma, que por medio de terceros era controlada por Vicente Castaño. Otras empresas de palma que entraron a operar en la región también fueron manejadas por jefes o allegados a los jefes paramilitares de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá. Urapalma, además, captó recursos del Estado por medio del programa Finagro del Ministerio de Agricultura y préstamos del Banco Agrario, a través de asociaciones de pequeños cultivadores de palma africana que fueron conformados bajo lineamientos de Urapalma y por medio de la sustitución de las poblaciones históricamente asentadas en la zona.
Los paramilitares de la Casa Castaño, los bloques Elmer Cárdenas, Bananero y Héroes de Tolová, también alimentaron sus finanzas a partir de un esquema de tributación al comercio urbano y las propiedades rurales mayores a 100 hectáreas. El cobro de estos impuestos varió de acuerdo con el bloque y las ganancias de los comerciantes y medianos propietarios rurales. Frente a las propiedades rurales se cobraba entre 10.000 y 20.000 pesos por hectárea o se podía cobrar en especie, por medio de la donación de ganado. En cuanto al comercio urbano los cobros dependieron de las ganancias de los comercios y podían variar entre los 5.000 y los 3.000.000 de pesos mensuales.
Los bloques también intervinieron en la definición y orientación del presupuesto público de los municipios en donde hicieron presencia, señalando los proyectos productivos y de infraestructura en los que se debía invertir, siendo estos los que favorecían a las actividades legales e ilegales en las que estaban inmersos.
El Bloque Elmer Cárdenas también realizó cobros de peajes a carros particulares, transporte de pasajeros, camiones de carga y tractomulas, definiendo valores diferenciados por cada tipo de vehículo. Los lugares donde se ubicaron estos peajes fueron la carretera que de Uramita conduce a Mutatá, pasando por Dabeiba; la carretera que de Mutatá conduce a Belén de Bajira; las carreteras del municipio Unguía; y la carretera que conecta Turbo con Necoclí y de allí con Arboletes y San Juan de Urabá.
Se concluye que las Autodefensas Unidas de Córdoba y Urabá y los bloques que de ella se desprendieron para el control de las regiones objeto de este informe, fueron parte de un engranaje económico de expansión territorial de renglones económicos como la ganadería, la extracción de maderas y caucho, la palma africana y el narcotráfico cuya expansión estaba fuertemente impulsada por la posición geoestratégica donde se ubican estas regiones con respecto al Golfo de Urabá, y de allí al mercado global. Parte del éxito de esta expansión estuvo determinado por los desplazamientos y usurpaciones de tierras que llevaron a cabo los grupos paramilitares en favor de estos sectores productivos, aunque es necesario también decir, que los comandantes paramilitares fueron actores activos dentro de estos intereses económicos. De otro lado, el funcionamiento de estas estructuras también dependió del control del comercio a una escala menor, donde no solo obtuvo recursos, sino que pudo asegurar un control poblacional a partir de la reiteración sobre el discurso de la seguridad y la lucha antisubversiva.
Mapas

Este mapa fue construido a partir de las declaraciones de ex paramilitares de las ACCU-CC, los bloque Elmer Cárdena, Bananero y Héroes de Tolová al Mecanismo No Judicial de Contribución a la Verdad y permite relacionar las áreas de influencia de los grupos paramilitares con las áreas de operación de sectores productivos, entre 1994 y 2006.
Como se puede identificar en el mapa las estructuras paramilitares estuvieron vinculados con la ganadería en casi todos los territorios en donde hicieron presencia; el cultivo y exportación de banano, especialmente en el Eje Bananero y el Bajo Atrato; la palma africana en las inmediaciones de las cuencas de los ríos Curvaradó y Jiguamiandó; el narcotráfico presente en todas la subregiones; extracción de madera en el Bajo Atrato; y los cultivos de teca y caucho en el norte del Urabá antioqueño.